La que termina fue una semana “picante” para el sindicalismo argentino.
Las elecciones de la CTA dejaron un Secretario General vacante, ni Yasky (actual secretarío general de la Central) ni Micheli, principal competidor por el puesto, han reconocido aún a un ganador, ambos se autotitulan victoriosos.
El sindicato de la Alimentación, en conflicto con el Sindicato de Camioneros por la representación de 140 trabajadores pertenecientes a una Empresa de Catering aéreo, ha roto con la CGT-Moyano y se suma a los opositores del camionero: Barrionuevo (de gastronomicos), Lescano (de Luz y Fuerza) y Venegas (de peones rurales) y ahonda la brecha de los aún no alejados pero distantes West Ocampo (Sanidad), Cavallieri (Comercio), Rodríguez (Municipales) y Martínez (Construcción).
Por otro lado la Sala IX de la Cámara Laboral ordenara al Ministerio de Trabajo permitir la inscripción como gremio de la asociación de los delegados del Subte, resolución que el ministro de Trabajo, Carlos Tomada, se apresuró a decir que acatará.
Lo que ha provocado un “serio disgusto” de la UTA con la CGT-Moyano:
“Los dirigentes de la Unión Tranviarios Automotor (UTA) expresaron a LA NACION "el disgusto" que les generó que la CGT se haya "desentendido" en la causa judicial en la que los delegados del subterráneo pidieron su representatividad al margen de la UTA.
Consultado por LA NACION, el secretario de Prensa de la UTA, Mario Calegari, dijo enigmático: "Todavía no nos vamos de la CGT", pero al Congreso de la CATT (Confederación de Trabajadores del Transporte) que se reunió ayer en Mar del Plata, sólo asistieron algunos representantes de la UTA.” (24/10/2010)
¿Qué esta pasando?
Lo que esta pasando con el sindicalismo argentino esta estrechamente relacionado con una palabra que ha sido enormemente desvirtuada y hoy es poco menos que un insulto: la “política”.
El orígen de la palabra política deriva del griego; es la conjunción del término “polis” o “politeia” (Estado, Ciudadanos, administración del Estado) e ”ico/ica” (relativo a).
El significado específico de la palabra sería entonces: “lo relativo a los Ciudadanos” o “lo relativo al Estado”.
El sindicato es entonces, esencialmente, una organización política que apunta a la defensa y reivindicación de un conjunto de la ciudadanía: los trabajadores de cierto sector de la economía.
El problema no es que los dirigentes sindicales hagan “política”, porque todo el que se compromete con una causa lo hace. El problema es para quién hacen política nuestros dirigentes…
En el caso de la CTA, la interna entre Yasky y Micheli tiene que ver con una interna partidaria entre quienes son afines al Kirchnerismo (Yasky) y quienes son afines a Pino Solanas y a otras expresiones del progresismo (Micheli).
En el caso de la CGT, Moyano sabe que su reinado en la Central no será eterno y, siendo el de los Camioneros un sindicato numéricamente pequeño, busca aprovechar cualquier circunstancia para ampliar su influencia…
Estas peleas por la afiliación, evidentemente, también son ajustes de cuentas entre las dirigencias sindicales y reprimendas orientadas a disciplinar cualquier rebeldía…
Se sabe, por ejemplo, que Barrionuevo y Venegas rompieron con Moyano para colaborar –en contra del Kirchnerismo- con la campaña de Duhalde y De Narváez en las últimas elecciones legislativas.
También es de público conocimiento que Rodolfo Daer, Secretario General del Sindicato de la Alimentación y ex Secretario General de la CGT, ha sido y todavía es uno de los históricos “gordos” del sindicalismo argentino. Los gordos se encuentran en una fuerte interna con el “moyanismo” por aumentar su participación en la repartija gubernamental destinada a las Obras Sociales.
Fernandez (Secretario general de nuestro gremio), por otro lado, ha estado históricamente enfrentado con el Moyanismo y tiene buena relación con Barrionuevo, por lo que se suma a la oposición que se viene generalizando, dentro de la dirigencia sindical, al mandato Moyanista.
¿Qué podemos hacer los trabajadores?
El problema con nuestras dirigencias sindicales no es que “hagan política” sino que la hagan en función de que todo siga más o menos igual.
Nuestra política, la de los trabajadores, debe ser la de construir fuertes sindicatos, con una amplia y profunda participación de las bases.
En la medida que los sindicatos sean recuperados y vuelvan a ser herramientas representativas de nuestra Clase, podremos pelear no sólo por nuestros salarios sino también por nuestros derechos y nuestra dignidad.
El problema, recapitulemos, de la política que hacen nuestras dirigencias sindicales, es que la hacen en unidad con las patronales y los políticos de turno, en vez de con el objetivo de forjar una enorme unidad de todos los trabajadores.
En la Argentina (según datos del Indec), sobre un total de 37.000.000 de habitantes, la población económicamente activa suma alrededor de 15.000.000 de personas. Del total de la población económicamente activa apenas el 6% son patrones (pequeños, medianos o grandes), el 20% son trabajadores por cuenta propia y el 74% restante son trabajadores asalariados.
Imaginémonos ahora si todos esos trabajadores asalariados estuviéramos fuertemente organizados en nuestros sindicatos y esos sindicatos fueran una verdadera expresión democrática de las necesidades y la decisión de sus afiliados...
Ese, sin necesidad de tener representantes en el Congreso o en la Casa Rosada, sería el partido más grande y fuerte de todos, una enorme herramienta para acabar con la prepotencia de las patronales y los poderosos, para acabar con la Argentina de unos pocos y distribuir la riqueza, para forjar una Argentina que nos incluya a todos.
N. H.
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